La mayoría de nosotros ha escuchado que Dios tiene un plan para nuestra vida. Sin embargo, cuando el Pastor George le prestó atención a este tema basándose en la Palabra por varias semanas, nuestra fe comenzó a crecer y el nivel de ansiedad sobre nuestra vida ¡empezó a disminuir! Muy a menudo nos encontramos bajo tanta presión mientras afrontamos las decisiones de la vida. Por tanto, es bueno confiar en que Dios ya ha tomado esas decisiones. A continuación, le presento el esquema que él utilizó para estos mensajes:
Dios tiene un plan para mí (Jeremías 29:11, Nueva Versión Internacional).
Recibo el plan de Dios por fe —no dudando— no por vista (Santiago 1:5-8).
Su plan surgirá del ámbito espiritual —no del natural— (1 Corintios 2:9-10).
Poseo la habilidad de escuchar Su plan (Salmos 85:8).
Soy obediente al plan de Dios; sin importar cuál sea, ¡yo lo cumpliré! (Isaías 1:19). Mientras describía el punto 3: “El plan de Dios surgirá del ámbito espiritual —no del natural—”. Casi alcancé a escuchar la reacción de las personas: “Bien, ¿cómo lo obtengo del ámbito espiritual al natural, a fin de que pueda actuar conforme a éste?”.
Algunas veces, cuando la gente escucha la palabra espíritu entra en pánico; pues ésa les transmite una imagen de incertidumbre. No obstante, el reino espiritual no es impreciso ni incierto. Éste es perfecto, incluso en el ámbito científico. Nuestro mundo natural es un reflejo del reino espiritual. Éste funciona, ya sea que lo comprenda o no; sin embargo, puede explorarse y obtener la revelación de sus principios.
“Pero Dios nos las ha descubierto y revelado por y mediante Su espíritu, porque el [Santo Espíritu] busca diligentemente, explorando y examinando todas las cosas, y aun sondea lo profundo e inalcanzable de Dios [el divino consejo y las cosas ocultas más allá del escrutinio del ser humano]” (1 Corintios 2:10, [Traducción libre de The Amplified Bible]).
El reino de Dios es espiritual, y a su Padre le ha placido darle este Reino (Lucas 12:32). Por tanto, Él le enseñará todo acerca de éste.
Ore en el Espíritu
Como la Palabra es el medio que Dios utiliza para revelarnos las cosas del Espíritu, debemos acudir primero a ésta para comprender todo lo relacionado con lo espiritual. De manera clara, el Señor nos ha revelado en Su Palabra Su plan, el cual nos incluye a todos. Debe comenzar con las indicaciones y los parámetros que Él le dio para gozar de una vida exitosa. Sin embargo, las especificaciones de Su plan deben venir a través de la oración. Francamente, sin la oración, podemos confundirnos en relación a cómo ejercer lo que el Padre ya nos ha revelado a través de Su Palabra
Con el propósito de aprender más acerca de la clase de oración que lo llevará del nivel en el que usted se encuentra ahora, a donde desea llegar (justo en el centro del plan de Dios para su vida); analicemos uno de los versículos fundamentales acerca de la oración:
Oren en todo momento (en cada ocasión y en todo tiempo) en el Espíritu, con [todas las formas de] oración y súplica. Para que al final, estén alertas y vigilen con propósitos firmes y en perseverancia, intercediendo a favor de todos los santos (el pueblo consagrado de Dios).
—Efesios 6:18, [Traducción libre de The Amplified Bible]
Como lo expresé anteriormente, la oración es primordial y esencial para descubrir el plan exacto de Dios, el cual se encuentra a la espera de usted en el Espíritu. Ésta representa nuestra entrada al atrio del Señor, así como nuestra comunión y conexión con Él. Es más que sólo un plan que deseamos, pues a quien en realidad anhelamos es a Él.
Los carismáticos y pentecostales utilizan la frase “orando en el espíritu” cuando se refieren a orar en lenguas; lo cual es cierto. Pero si Pablo sólo se refiriera a este tipo de oración, entonces las demás oraciones que se declaran en el púlpito y en la mesa serían ineficaces porque él declaró: «Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu…».
En realidad, orar en el espíritu, en su definición más básica, es clamar desde su corazón. No se necesita mucho estudio bíblico para comprender que el ser humano es espíritu (también llamado corazón), alma (mente, voluntad, emociones) y cuerpo. En Proverbios 20:27 leemos que lámpara de Jehová es el espíritu del hombre, la cual escudriña lo más profundo del corazón. A través de su espíritu Dios le habla directo a su corazón, desde Su corazón. Dios no desea oraciones que provengan de su mente, sino de su corazón. ¿Por qué? Porque su corazón es usted mismo. Su mente sólo le pertenece a usted. Su corazón es donde se produce la fe. De hecho, todas las fuerzas de la vida fluyen desde su corazón, no de su cabeza.
«Hijo mío, está atento a mis palabras; inclina tu oído a mis razones» (Proverbios 4:20). En su corazón es donde Dios se reúne con usted.
Orando con todo tipo de oración
Existen diferentes clases de oración (por ejemplo: de fe, de acuerdo, de dedicación, de petición, de intercesión, etc.), sin olvidar la oración de lenguas humanas, (la cual mi mente no comprende) y la oración de lenguas angelicales. Y además, encontré casi 30 formas bíblicas diferentes en que el Espíritu se expresa en oración. ¡Y las posibilidades de combinación son inexplicables! No me extraña que Él haga todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos (Efesios 3:20). Es obvio que nuestra vida de oración jamás debería ser aburrida o vacía, sino una aventura con Dios. No debemos preguntarnos cuáles son las formas de oración, pues ya poseemos la Palabra. Y como el Espíritu Santo fue enviado para dirigirnos, no estamos solos para descubrir cuál es la forma correcta para cada oración: “Así también el [Santo] Espíritu viene a ayudarnos en nuestra debilidad; porque no sabemos qué oración ofrecer, ni ofrecerla como es debido”. (Romanos 8:26, [Traducción libre de The Amplified Bible]).
¡Gracias Dios por el Espíritu de Verdad!
Deberíamos aprender a orar. Los discípulos le pidieron a Jesús que les enseñara a orar; y Él lo hizo. Aunque considero que sé muy poco, he aprendido algunas cosas que puedo compartir con usted, las cuales lo ayudarán a comprender. Sin embargo, recuerde que la oración no surge de una fórmula o un pensamiento; sino por medio del Espíritu, ¡a través del corazón!
Pero si yo oro en un lenguaje [desconocido] mi espíritu (por el Espíritu Santo que mora en mí) ora, pero mi mente es infructuosa [ésta no lleva ayuda ni fruto a nadie]. Entonces ¿qué debo hacer? Oraré conforme a mi espíritu [por causa del Espíritu que está en mí], pero también oraré [de manera inteligente] con mi mente y mi entendimiento.
—1 Corintios 14:14-15, [Traducción libre de The Amplified Bible]
Existen dos categorías básicas para toda oración dirigida por el Espíritu: con el entendimiento enfocado en la Palabra, las cuales también bendicen a otros; y sin nuestro entendimiento, las cuales no son provechosas para el entendimiento de quienes las oyen. Ya hemos descubierto que toda oración proviene de su espíritu.
En Romanos 8:5 se nos indica que pongamos nuestra mente en las cosas del Espíritu. Esto significa que nuestra mente debe obedecer las órdenes que provienen de nuestro corazón. Su mente fue diseñada por Dios para escuchar desde su corazón.
Las oraciones con nuestro entendimiento son aquellas que tomamos de las Escrituras. Éstas las realizamos cuando comemos, y también son las que enseñamos a nuestros hijos. Tanto las del inicio de un servicio como la mayoría de oraciones que pronunciamos en unidad, son con nuestro entendimiento. Por esa razón, declaramos las oraciones que Pablo confesó, realizamos nuestras confesiones de fe ante el Señor, y nos ponemos juntos en acuerdo. El peligro de este tipo de oración radica en que la mente se confía tanto de lo que sabe que pierde la dirección del Espíritu. Esto da como resultado la mente carnal, la cual es hostil o actúa independiente de Dios; y por supuesto, usted no desea independizarse de Dios. Es una pérdida de tiempo, sin mencionar lo aburridas, lo vacías y muertas que serían sus oraciones.
La segunda categoría es sin nuestro entendimiento. Ésta incluye orar en lenguas. De hecho, las lenguas son la más frecuente expresión de este tipo de oración. En la Biblia se nos enseña la diversidad o (diferentes) tipos de lenguas. Con razón Pablo proclamó: ¡«Doy gracias a Dios que hablo en lenguas más que todos vosotros» (1 Corintios 14:18)!
Estoy tan contenta de que podamos orar más allá de nuestro entendimiento. ¿Por qué? Porque la razón sólo conoce lo que se le ha dicho. ¡Qué limitada! Está restringida a lo que se le ha aportado a través de los cinco sentidos. Ésta sólo puede imaginarse el futuro y abarcar un asunto a la vez. Sin embargo, eso no sucede cuando usted ora en su espíritu, por medio del Espíritu Santo. Ésta es una oración tan profunda y amplia como el Espíritu de Dios mismo. Ésta sobrepasa el tiempo, la distancia y todos los límites naturales. No conoce limitaciones pues obra según el poder que actúa en usted (Efesios 3:20); en otras palabras, el desarrollo y la obra de su fe. En realidad, ninguna oración va más allá que la fe. Menos mal que la fe de Dios obra junto a la nuestra, así como también con la fe de otros creyentes. Jamás estamos solos.
El alcance de este tipo de oración va más allá de hablar en lenguas. Existe un momento en la oración en el espíritu en el que de su lenguaje conocido fluyen palabras de su corazón, y luego atraviesan sus labios, al pasar por su mente. Esta oración alcanza lo más profundo del corazón de una persona para expresar, adorar y recibir revelación; y por medio de palabras se ilumina el entendimiento. ¡Qué gloria existe en nuestra comunión con Dios!
Cerciórese de tener un propósito firme
Hay mucho que definir acerca de los términos “cerciorar” y “propósito”, pero quiero explicarle uno de sus significados más importantes.
Asegúrese de que mientras orar, y cada vez que lo haga, lo guíe el Espíritu. Cuando ore por sus alimentos o por su diezmo, cerciórese de comprender qué le está indicando el Espíritu. Él podría advertirle de ¡no ingerir esa comida! También podría pedirle que ore por alguien que necesita desesperadamente su oración; así como dirigirlo en muchísimas direcciones diferentes. Debemos ser siempre conscientes de nuestra limitación para orar de forma efectiva si nos apartamos de Él. Ore la Palabra, pero pídale que le indique qué Palabra orar. Propóngase permanecer conectado a su corazón y permita que la vida fluya de éste a través de cada oración que confiesa.
Allí encontrará la voluntad de Dios que se le ha revelado; Él le hablará y usted lo encontrará.